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Madre Eloísa

Eloísa Ángela Favre de Ferrero

Una permanente sonrisa pendiente de la comisura de sus labios la identificada. Un lento caminar marcaba sus pasos en los últimos años de su vida, achaques de salud habían quitado flexibilidad a sus piernas. No obstante, no dejó de proyectarse hacia cualquier punto en que era requerida su valiosa y apreciada presencia. Ya fuera llegarse hasta el lecho de un enfermo para llevarle el paliativo de la palabra consoladora y la compañía animadora, ya para concurrir a sus lugares de acción, para hacerse cargo de una conferencia o realizar a veces fatigosos viajes llevando la palabra, y su presencia grata, o bien resolver en repetidas ocasiones, problemas internos, diferencias de criterio, que ante ella se esfumaban, y solucionaban a breve plazo. Su razonamiento señero, cordial, su llamado a la concordia, triunfaba entonces por sobre todas las diferencias.

Recordamos. Fue en el año en que se exaltaba con brillantes actos, el centenario de la des-encarnación de Allan Kardec, fue en 1968, un año doctrinal intenso. Allá en su postrimería en 15 de diciembre de 1968, desaparecía de nuestro lado. Había abierto las alas, proyectándose hacia lo infinito. Pese a su salud, cada vez más delicada, sus compañeras albergaban la esperanza de que aún podía esperarse mucho de su capacidad, de su potencial ideológico, para que lo repartiese magníficamente entre sus adeptos. Tenía sólo 66 años, pero el mandato divino, tenía la hora señalada, esa fecha para Ella. No hubo más que resignarse a perderla. Se trataba de una pérdida de gran valor.

¿De quien estamos hablando? De aquella excelente mujer que se llamó ELOÍSA ÁNGELA FAVRE, Quien allá por el año 1954 comenzó a asistir como delegada de la Sociedad Joaquín Mora, a las reuniones del Consejo Federal de la Confederación Espiritista Argentina (CEA). Estos fueron sus primeros y más marcados pasos en la senda de la faz activa del ideal, luego de un breve pero fructífero aprendizaje en los secretos de la mediumnidad.

De allí en más, advertidas sus magníficas cualidades, empezó su gran tarea, que la llevó a cabo hasta las últimas instancias de sus energías físicas, cubriendo quince años de incansable labor. Hacía dos años que falleciera la fundadora y gran inspiradora de la Fa de Me. Es en cierto modo, llegó Ella para llenar una parte valiosa del enorme vacío que dejara Pepita Rinaldini.

En “Joaquín Mora” había explayado su exquisita mediumnidad, que se manifestaba a través de la incorporación y de la videncia. De esta entidad pasó con un grupo de compañeros a integrar el equipo fundador de “Amor y Caridad”, en la cual ocupó repetidas veces el cargo de presidenta.

En la Fa de Me fue una infatigable trabajadora en la senda idealista. Allí escribía para el boletín de la entidad, dictaba sendas conferencias en sociedades en la que era designada con beneplácito de quienes tenían el placer de escucharla. Su palabra era suave, aleccionadora, sin arranques impulsivos, con el ejemplo justo, apoyado en especializaciones doctrinales, extraídas de un consciente abrevar en las fuentes prístinas espíritas. Ocupó diversos cargos en la Comisión Directiva y desde allí brindó un aporte decidido y eficaz en la acción desplegada por el grupo federativo.

Cunado en la Confederación Espiritista Argentina se resuelve intentar la gran empresa de fundar el Hogar “Amalia Domingo y Soler, para la Madre soltera Desvalida, con los cristianos propósitos que anunciaban su título, fue llamada a integrar la comisión organizadora. Se gastaron tal propósito. Algo se concretó con grandes esfuerzos, en un magnífico solar donado a tal efecto, en la Localidad de Bella Vista, pero al final hubo que abandonar tan ansiada tarea. Eloísa, la buena Eloísa, brindó mucho de sí para que esto se concretara. La adversidad no permitió la concreción de tan noble obra.

Lo que antecede es una pálida semblanza de lo que fue Eloísa, dentro del movimiento espírita argentino. Si un día se escribiera la historia del mismo, en el capítulo correspondiente de 1954 a 1969, habrá que reservar varias páginas a esta eficiente colaboradora en la difusión cierta y segura del Espiritismo.

Hoy en ocasión de cumplirse un año más de su partida, hagamos un alto en nuestro camino para recordarla, realizando con ello un homenaje merecido a su grata memoria. Los que tuvimos el placer de conocerla no dudamos que han de suscribir gustosos esta recordación. Aquellos que no la conocieron, han de saber que entre el grupo de Espíritus que participan de las asambleas mediúmnicas bien organizadas, ha de estar el que perteneció a Ella, brindándonos dulce y gratamente el crístico toque de amor que en cada ocasión corresponda.

César Bogo, “De Las Mujeres Olvidadas”, Publicada “Revista La Idea” - Diciembre 1978.