¿Cuál es el hombre que, en las horas de silencio y recogimiento, no ha interrogado alguna vez a la naturaleza y a su propio corazón para que le revelen el secreto de las cosas, el porqué de la vida, la razón de ser del Universo? ¿Dónde está aquel que nunca ha intentado levantar el velo de la muerte, ni conocer su destino, ni saber si Dios es una ficción o una realidad? (...)A vosotros, ¡oh! hermanos y hermanas en humanidad, que estáis agobiados por el peso de la vida, por las duras luchas, las preocupaciones y las pruebas, os dedico estas páginas. (...)¡Ojalá encontréis en ellas algunas enseñanzas útiles, un poco de luz para iluminar vuestra senda! ¡Ojalá esta modesta obra sea, para vuestro espíritu entristecido, como la sombra para el trabajador abrasado por el sol, como la fuente límpida y fresca que brota en el árido desierto bajo los pasos del viajero sediento!