Fue un hombre clave para la divulgación del Espiritismo en el Río de la Plata, especialmente en la Argentina. Se lo denominó "El Kardec Argentino". Su lucha fue más prolongada y más violenta que la de Kardec. Tuvo que trabajar medio siglo para conquistar y consolidar las posiciones que nos legó. Fue agredido no solamente de palabra y por escrito, sino también con un arma de fuego. Sin embargo, nada lo hizo desanimar, nada lo intimidó, porque fue un gran misionero consciente de su poder, seguro del valor inmenso de la idea que defendía con riesgo de su propia vida.
Nació en Buenos Aires, capital de la República Argentina, el día 27 de septiembre de 1847, y desencarnó el 18 de agosto de 1927. El padre era militar (oficial de artillería) y la madre atendía el hogar, realizando en ocasiones tareas de costura. En un “hogar pobre, pero honrado”, según sus propias palabras, fue educado dentro de los principios de la Religión Católica y, ya desde temprana edad, se sintió inclinado hacia la vida sacerdotal. Pensó que ese sería el camino para ejercer su necesidad de servir al prójimo. Cursó sus primeros estudios en la iglesia de San Nicolás y luego un año de latín en el Convento de San Francisco. Comprendió entonces que su vocación no pasaba por la formación sacerdotal. De segundo a cuarto año continuó con los Estudios Preparatorios de la Universidad (actual ciclo secundario) y en 5º año pasó al Colegio Nacional, recién fundado por el presidente Bartolomé Mitre. Ingresó seguidamente a la Facultad de Derecho.
Alrededor de los 20 años de edad escribió sus primeros ensayos y artículos literarios, publicados en periódicos de la época, tales como “El Inválido Argentino”, órgano de la Sociedad Protectora de Inválidos, centro nuevo de atracción para sus inquietudes espirituales. Allí inició el contacto con otro joven, José C. Paz, lo que selló su inclinación hacia el periodismo.
En el año 1869, la Argentina estaba en un proceso de evolución. Domingo Faustino Sarmiento era el presidente de la República. Mariño, junto con su amigo José C. Paz, fundan el diario “La Prensa”. Paz tenía 27 años de edad y Mariño 22. No tenían dinero para afrontar esta empresa, por lo que emitieron acciones entre sus amigos y se lanzaron a un periodismo sano, informando con claridad y altura de miras. Digamos de paso que el diario “La Prensa” de aquella época inaugural, en poco se parecía a la empresa editorial que fue después. Mariño se dedicó en cuerpo y alma a esta actividad, y no tenía tiempo ni para dormir en su casa. Lo hacía en cualquier rincón de la imprenta. Al año siguiente, su hermano mayor, Gervasio, viendo que la situación era insostenible, pagó la deuda y le pidió a Cosme que abandone la actividad. Comenzó así a desempeñarse como procurador en un estudio de Buenos Aires.
En 1871 participa activamente en la lucha para vencer la epidemia de fiebre amarilla que asoló a la ciudad de Buenos Aires. Se contagió, pero logró sobrevivir. Fue condecorado con la Cruz de Hierro, junto con la impresión de carteles con su nombre y el agradecimiento de todos los porteños. Recibió también una medalla de oro por su valor y espíritu de servicio. Por el renombre adquirido y lo avanzado de su carrera universitaria fue obteniendo una importante clientela en asuntos judiciales (estancieros del sur de la provincia de Buenos Aires), lo cual incidiría favorablemente en su profesión de allí en adelante.
En 1872, con veinticinco años, Cosme se suma como secretario en el Comité de Ayuda a Chile, presidido por el rector de la Universidad Nacional. Chile sufría una terrible epidemia de viruela. Con la dinámica que le impone consigue mandar mucho dinero al país vecino. La Municipalidad de Santiago de Chile y la Junta de Lazaretos de dicho país le otorgaron medallas de oro, en reconocimiento a su desinteresado apoyo. Cursaba el último año de Derecho, mas el examen de la última materia no fue nunca rendido porque de allí en más sus múltiples actividades, profesionales y después también espíritas, lo absorberían totalmente.
En 1873 viajó a Chascomús - ciudad que se encuentra a cien kilómetros de la Capital Federal- a pedir en matrimonio a Mercedes Milani. Vuelve a Buenos Aires para los preparativos. Regresa a esa ciudad, se casa en 1874 y se muda a Dolores.
Mercedes Milani era descendiente de fundadores de Chascomús. Cosme Mariño la conoció cuando ella apenas tenía 16 años de edad. Una circunstancia fortuita hizo que la pareja, tiempo después, se encontrara de nuevo en Buenos Aires, iniciándose un breve idilio que concluyó con el casamiento. Tuvieron seis hijos. La unión duró sólo 18 años, hasta la desencarnación de Mercedes en 1892.
Además de criar a sus hijos, este matrimonio bien avenido, en forma bondadosa y desinteresada, tomó a su cargo seis niños más, huérfanos y abandonados, que vivieron bajo el techo de su hogar, como hijos propios.
El día previo a su partida se despide de su amigo de la infancia, el Dr. Aristóbulo del Valle, entonces Ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, quien lo designa representante del gobierno ante los Tribunales del Sur de la provincia de Buenos Aires, con sede en Dolores, que acababan de ser creados. Integra una comisión para inspeccionar las obras de la Casa de Justicia y Cárceles y le otorga Del Valle igualmente el cargo de Juez de Paz, a ejercer desde 1875. Llevaba Mariño, además, cartas de recomendación de destacados estudios jurídicos de la Capital. Instaló en Dolores su propio estudio de procurador (período 1874-1879) y, de esta manera, consiguió asegurar su situación económica.
Tomó a su cargo ad honorem la presidencia de la Comisión del Hospital San Roque, que se hallaba entre las más precarias. Con su dinamismo, carisma y capacidad puso el hospital en condiciones de funcionamiento y sin deudas.
También, en dicho plazo, fue nombrado miembro de la Comisión del Consejo Escolar, que ocupó desinteresadamente, aportando ideas y recursos. Donó incluso unos terrenos propios, para que se estableciera una escuela.
En cierta ocasión, Cosme Mariño llama al ingeniero Rafael Hernández, para una mensura de campos. Terminan hablando de Espiritismo. Así es como Rafael inicia a Cosme en la lectura de los textos de Allan Kardec, iniciándose una amistad que perdura por muchos años, convirtiéndose en decididos y valiosos compañeros en sonadas actuaciones a favor del Espiritismo.
Las reuniones espíritas se realizaban en casa del Dr. Pedro Bourel. Se vinculaban a este hecho, los nombres de Justo Ortiz, Enrique Becker, Felipe Aristegui, Alejandro Villabrile. Pero quien representaba un papel preponderante en este grupo era, ni más ni menos que el ingeniero Rafael Hernández, el fundador de varias ciudades de la provincia de Buenos Aires, político de nota, senador, diputado; además, hermano del ilustre autor del “Martín Fierro”, don José Hernández.
En 1879, Mariño regresa a Buenos Aires, para trabajar en uno de los estudios jurídicos más importantes de la Capital, con los doctores Aristóbulo del Valle y Mariano Demaría. En 1895, ingresa al Banco Nacional de Préstamos como jefe de la Oficina Jurídica.
Volviendo al año 1879, Mariño ingresa a la Sociedad Constancia, la primera sociedad espírita fundada en Buenos Aires en 1877. En poco tiempo forma parte del cuadro directivo y se convierte en el director de la Revista Constancia, pionera dentro de los periódicos espíritas, (período 1881-1927). En 1881 fue nombrado vicepresidente y, al hacerse cargo del puesto, propone la realización de conferencias públicas e internas, convirtiéndose en su principal gestor y organizador. También funda una biblioteca social, para brindar adecuada ilustración a los adeptos que sólo ingresaban atraídos por el fenómeno. En 1883, la Asamblea General lo confirma en el puesto de presidente y la Sociedad empieza a adquirir un nuevo ritmo.
Desde su lugar de periodista se enfrentó a grandes polémicas a favor de las ideas espíritas. Hizo campañas contra curanderos y falsos médiums, que asumían indebidamente el título de espiritistas. Fue perseguido y desacreditado por ello. Los jesuitas fueron sus más violentos enemigos, difamándolo en público. Él siempre respondió con altura, elegancia y sobre todo, con mucho conocimiento.
En 1892 fue víctima de un atentado. Una fanática religiosa lo atacó con un arma de fuego, hiriéndolo, pero sin mayores consecuencias. Era una época de mucho fanatismo e intolerancia religiosa.
Escribió varios libros y muchos artículos periodísticos, todos de gran valor:
• Espiritismo (1881)
• El Espiritismo ante la Ciencia (1882)
• Catecismo de moral y religión (1883)
• Lo ideal es lo real (1893) drama.
• Guía para la formación y sostenimiento de grupos y sociedades espiritistas. (1894)
• Bases que podrían servir para fundar una asociación y partido liberal (1895).
• El Espiritismo al alcance de todos (1902)
• Instantáneas (1907)
• Pruebas concluyentes de la existencia del alma (1909)
• Cartas de Julia (1911) (Traducción)
• Concepto espírita del socialismo (1913)
• Memorias de un hombre mediocre (1918) (1924)
• Las Primeras Golondrinas (1922) novela
• El Espiritismo en la Argentina (1924) publicado en 1932.
El 14 de junio de 1900, se funda la Confederación Espiritista Argentina (CEA), que agrupa a la mayoría de las sociedades espíritas de la Argentina hasta nuestros días, y Cosme Mariño asume la presidencia.
Fue vicepresidente de la Sociedad Protectora de Niños Desvalidos, actuó para derogar la pena de muerte, y en 1925 inauguró El Asilo Centenario, en la localidad de Villa Lynch (prov. de Buenos Aires), destinado a niños huérfanos.
Cosme Mariño tuvo una actuación de casi 50 años en el Espiritismo. Fue presidente de la C.E.A., presidente permanente de la sociedad “Constancia” (1883-1927), director de la Revista de esa institución, escritor, periodista, orador y director de sesiones mediúmnicas. Sus amistades íntimas fueron grandes personajes de la política, el arte y la literatura. Se relacionó con don Pancho Sierra, quien de paso por la Capital se acercó hasta la Sociedad Constancia, asistiendo a algunas sesiones y posteriormente haciéndose socio. Se escribía con Amalia Domingo Soler y con espíritas de todo el mundo. Era afable, sencillo en su forma de ser, tanto como enérgico y decidido cuando había que defender una posición en la que se apoyaba por su saber y su moral.
“El móvil de cuanto he hecho y podido exteriorizar, fue siempre altruista. Cuando he creído que una idea era buena, he tratado siempre de prestigiarla y propagarla dentro de mis limitadas aptitudes. Jamás me detuve ante una consideración egoísta o de mero interés personal, cuando con la sinceridad que me caracterizaba he llegado a descubrir una idea o una doctrina que pudiese servir para el progreso moral de la humanidad. Como es público y notorio, he sacrificado toda consideración personal y utilitaria, y hasta el buen concepto que pudiese inspirar a los demás, cuando he vislumbrado un camino más recto y seguro de llegar a la verdad, porque considero que la verdad, sinceramente sentida y practicada, es lo único que hace amar la vida, por su dedicación al propio progreso individual y colectivo” (Cosme Mariño – “Memorias de un hombre mediocre”).
Fuente consultada:
CESAR BOGO, “El Líder” Cosme Mariño: su vida – su obra.
SCHULTE, Etel. “Espiritismo, Sendero de luz”
MARIÑO, COSME. “Memorias de un hombre mediocre”.