por Humberto Mariotti*
En la comunidad social espírita existe un vehículo por el cual se expresa la nueva influencia del Evangelio. Los centros espíritas, reunidos, constituyen ese vehículo a través del cual se está revelando la nueva presencia de Jesús de Nazaret.
En cada uno de esos centros existen las condiciones comunicantes que permiten al hombre tener un nuevo contacto con el mundo espiritual. Ellos constituyen el nuevo realismo cristiano, donde la mediumnidad se perfila como un órgano del Espíritu de Verdad, y por cuyo intermedio se va conformando la nueva vivencia espiritual del Evangelio.
En los centros espíritas el kardecismo se expresa como una fuerza popular, originándose en ellos la moderna idea espiritual y religiosa que ha de poner fin a este antiguo mundo de la materia y la incredulidad. En consecuencia, será preciso considerar a los centros espíritas como eslabones de una cadena espiritual cuya tarea consiste en iniciar una nueva época histórica del cristianismo, y en definir los nuevos derechos del Espíritu encarnado.
Cada centro espírita, por modesto que resulte, tiene la misión de contribuir y colaborar con los propósitos espirituales que persigue lo Invisible. El espiritismo tuvo originariamente su asiento en el mundo de los Espíritus, pero necesitó de un mundo social por cuyo intermedio debía introducirse en el proceso de la civilización terrestre. Es decir que la Idea Espírita debía penetrar en el mundo material para desarrollar su misión histórica, siendo por ello que apareció la era de los centros espíritas.
El Ideal Espírita, vivo y revolucionario, a través de tres grandes realidades: Espíritu, Evolución y Evangelio, se manifestó para que la nueva ideología tomara posesión de grupos humanos que, unidos entre sí, constituyeran la cadena espiritual indispensable para la revelación mediúmnica.
Esta es nuestra razón para justificar ante el Estado la existencia de numerosos centros espíritas, pues sin ellos el espiritismo carecería de vehículos en lo doctrinario y cultural.
Los padres del derecho alemán han dejado asentado que la idea necesita del “cuerpo y de la ley” que la respalden. Nosotros, a la luz de la filosofía espírita, podemos deducir que la esencia viva del espiritismo necesita de su “cuerpo y su ley”, como fuerza que está llamada a impulsar la formación del nuevo derecho espiritual condicionado a la evolución del individuo y las leyes del Evangelio.
Por lo que se observa en la Argentina y en el Brasil, así como en otros países americanos, podemos admitir que los centros espíritas desempeñan ese importante papel dentro del Estado moderno, puesto que en ellos es donde se están forjando las condiciones morales para una nueva conciencia espiritual y religiosa de la sociedad. De ahí resulta que todo perfeccionamiento de los mismos significará una ventaja en favor de la popularización del espiritismo en el mundo moderno, ya que el pueblo no se hará espírita por medio de academias científicas, metapsíquicas y parapsicológicas, sino que se espiritualizará por el mensaje mediúmnico del Espíritu de Verdad que está penetrando en el alma popular a través de los centros espíritas.
La existencia de centros espíritas en la sociedad moderna es consecuencia de la ley de sociedad, pues por asociación de los primeros individuos es como se formaron los pueblos, siendo estos los vehículos físicos por los cuales se expresaron las diversas nacionalidades y el alma peculiar de cada país. Hasta las más poderosas religiones cuentan con sus iglesias para que se agrupen sus seguidores y constituyan así un poder espiritual frente a los poderes temporales.
Como sabemos, la ley de sociedad es la manifestación inteligente de la ley natural, y el espiritismo, como doctrina que moviliza multitudes, deberá contar con numerosos centros espíritas, porque sus ideales necesitan de un médium social para sus manifestaciones en los medios históricos. De ahí que los centros espíritas representan la célula-médium por la cual el mundo invisible toma posesión del hombre y de la sociedad.
De manera que será necesario iniciar una filosofía práctica de los centros espíritas, puesto que así se revalorizará el sentido de militancia y difusión del espiritismo, al comprenderse que cada uno de ellos se halla bajo la dirección de ese ser colectivo del que habló Allan Kardec, es decir, de los Espíritus superiores que conducen el adelanto de la humanidad.
Se comprenderá, además, que cada centro espírita es como un resonador espiritual y evangélico, es decir que se le estimará como un instrumento del mundo invisible para actuar moral e ideológicamente sobre el Pueblo y el Estado.
Texto transcripto del § 2 del libro Los ideales espíritas en la sociedad moderna, Confederación Espiritista Argentina, Buenos Aires, 1965.
*Humberto Mariotti - Filósofo, poeta, orador, escritor y dirigente espírita argentino, presidente de la Confederación Espiritista Argentina (1935-1937 y 1963-1966).