Las actividades mediúmnicas, en especial aquellas que están dedicadas a las terapias desobsesivas, constituyen un hermoso capítulo de la psiquiatría espírita, porque penetran en las causas profundas de los disturbios psicológicos y mentales. A partir de que el Espíritu está enfermo, en él deben ser tratados los factores que producen los desequilibrios, que son la rebeldía, la insensatez, el descuido de los sentimientos, las herencias predominantes de su naturaleza animal, que se irán modificando a través del esclarecimiento impregnado de amor y persuasión. Todas las terapéuticas que sólo consideren los efectos son transitorias, porque la matriz del padecimiento continúa enviando vibraciones desconcertantes, que se reflejarán en el conjunto orgánico y se manifestarán como disturbios de diversa naturaleza. Lo importante no es lo que se presenta, sino el mecanismo a través del cual se pone de manifiesto, siempre enraizado en las deudas morales del paciente.
No pocas veces, conforme constatamos a menudo, son necesarias cirugías espirituales para retirar del periespíritu las matrices de ciertas afecciones, de diversos trastornos, para que los efectos saludables aparezcan con posterioridad en el cuerpo somático.
Si se tiene en vista la magnitud de las intervenciones de esta naturaleza, la responsabilidad de aquellos que se dedican a las prácticas desobsesivas es muy grande, y se exige la presencia de personas responsables, serias, devotas y ricas en sentimientos de amor. Por cierto, no podremos esperar que los equipos siempre reúnan esos requisitos. Mientras tanto, como vivimos en continuo aprendizaje, nos cabe trabajar incesantemente para mejorarnos, en lugar de dejarnos arrastrar por la monotonía o por el desplazamiento mental durante las reuniones. Cada miembro del grupo mediúmnico, de ese modo, debe asumir responsabilidades que aporten al conjunto.
La mediumnidad es solamente una facultad expresada por el organismo. Su función es neutra, y le cabe a aquel que es portador de ella, la aplicación consciente de sus inestimables recursos al servicio del Bien, así como al orientador espiritual le cabe cultivar los valores morales para mantener el clima de equilibrio y orden, indispensables en los servicios dignificantes.
La agitación, los movimientos de personas para socorrer a los médiums en trance, tienen más el objetivo de mantener supersticiones superfluas y generar ideas de fuerza y de poder -que no existen-, que de producir auténticos resultados benéficos. Jesús jamás necesitó apelar a esos recursos groseros, sino enseñó que a través del amor, del diálogo honesto y serio, podemos ejercer influencia sobre los hermanos ignorantes, con mucho mayor provecho que a través de los gritos y de la querella.
Siempre me emociono cuando, durante la atención a los hermanos sufridores, que se han perdido a sí mismos, al recibir la psicoterapia de la palabra en el intercambio mediúmnico, los veo reconfortarse, liberarse de la ignorancia, de la ceguera en que permanecían, despertando a la realidad de la que no se daban cuenta. Décadas de perturbación y dolor, prolongados padecimientos e inenarrables aflicciones se diluyen en pocos momentos ante la claridad y la pujanza de la divina luz del Evangelio, que abre los ojos de su alma para que entiendan realmente la finalidad de la vida…
Párrafos extraídos del libro Trastornos psiquiátricos y obsesivos, psicografiado por el médium Divaldo P. Franco.