La ley del Antiguo Testamento está personificada en Moisés; la del Nuevo Testamento está personificada en Cristo. El espiritismo es la tercera revelación de la ley de Dios, pero no está personificado en ningún individuo, porque es producto de la enseñanza impartida, no por un hombre, sino por los Espíritus, que son las voces del Cielo, en todos los lugares de la Tierra y a través de una multitud innumerable de intermediarios.
El espiritismo es la ciencia nueva que viene a revelar a los hombres, con pruebas irrecusables, la existencia y la naturaleza del mundo espiritual, así como sus relaciones con el mundo corporal. Nos muestra ese mundo, no ya como algo sobrenatural, sino, por el contrario, como una de las fuerzas vivas y que incesantemente obran en la naturaleza, como el origen de una multitud de fenómenos incomprensibles hasta ahora y relegados, por esa razón, al dominio de lo fantástico y lo maravilloso. A esas relaciones Cristo hace alusión en diferentes circunstancias, y por eso muchas de las cosas que dijo son todavía ininteligibles o han sido falsamente interpretadas. El espiritismo es la clave con cuya ayuda todo se explica fácilmente.
La ley del Antiguo Testamento está personificada en Moisés; la del Nuevo Testamento está personificada en Cristo. El espiritismo es la tercera revelación de la ley de Dios, pero no está personificado en ningún individuo, porque es producto de la enseñanza impartida, no por un hombre, sino por los Espíritus, que son las voces del Cielo, en todos los lugares de la Tierra y a través de una multitud innumerable de intermediarios. El espiritismo es, en cierto modo, un ser colectivo que comprende el conjunto de los seres del mundo espiritual, cada uno de los cuales trae a los hombres el tributo de sus luces para hacerles conocer ese mundo y la suerte que en él les espera.
Así como Cristo dijo: “No vengo a derogar la ley, sino a cumplirla”, el espiritismo dice también: “No vengo a derogar la ley cristiana, sino a cumplirla”. No enseña nada contrario a lo que Cristo enseñó, pero desarrolla, completa y explica, en términos claros para todo el mundo, lo que sólo se dijo con una forma alegórica. El espiritismo viene a cumplir, en los tiempos predichos, lo que Cristo anunció, y a preparar el cumplimiento de las cosas futuras. Por consiguiente, es la obra de Cristo, que Él mismo preside, así como preside lo que también anunció: la regeneración que se opera y que prepara el reino de Dios en la Tierra.
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